19 de mayo de 2011. El Corte Inglés, Alicante. Escribir es un acto que responsabiliza. La palabra tiene que estar unida y comprometida con el mundo y con la vida. Yo creo en los milagros, en el amor y la literatura, y creo aún más en el ser humano. Estoy convencida y esperanzada de que la paz es un camino que todos podemos andar de instante en instante. La paz no es una utopía es una decisión de vida. |
20 de mayo, Centro Cultural Las Cigarreras, Alicante. |
Mi agradecimiento sincero a Harmonie Botella, a todos los miembros de Anuesca, a los amigos organizadores, a los poetas que participaron y a cada uno de los asistentes y amigos que siempre nos acompañan con afecto. También quiero dar las gracias de todo corazón a tres mujeres maravillosas: Mercedes Rodríguez, Amparo Solbes y Silvia Llopis, por su hombro, su corazón y su sonrisa.
20 de mayo, Centro Cultural Las Cigarreras, Alicante |
La batalla
Un ejército de estereotipos llegó trotando. Un, dos, un, dos, un, dos. Los pensamientos, impacientes, empezaron a disparar al unísono y la mente se rindió perdiendo el conocimiento.
La paz
Cuando llegaron al paraíso los hombres, las mujeres y los niños masacrados, se encontraron frente a frente con lo inverosímil, vivir en paz: la nada del dolor.
Las raíces de la tierra
La joven, lejos de su patria descubrió que su rostro llevaba raíces, su tierra viajaba en sus ojos, en ella.
En la guerra y en el amor todo...
Viajaba por el corazón de la cordillera, cuando un grupo de hombres armados la secuestró. Amordazada y vendada viajó entre golpes e insultos; luego la mujer, ya sin vendas pero amarrada junto a otros rehenes, fue conducida por el grupo de secuestradores a través de la selva. Después de una larga caminata a la intemperie, uno de sus captores la violó mientras le susurraba en el oído que sólo lo hacía por amor.
Los colores de un pueblo
El conflicto dividió al pueblo en dos bandos, la gente tuvo que decidir morir entre el azul o el rojo; después, entre el azul, el morado, el rojo y el marrón; más tarde, entre el azul, el morado, el violeta, el rojo, el marrón y el amapola. Al final, ya no hubo más elección que la muerte.
Casa de Cultura de El Campello, Mayo 21 de 2011. |
La mesa de negociaciones
En la mesa de negociaciones se negoció la vida de los habitantes. Aunque ningún inocente participó en el arreglo, no había sillas para un pueblo muerto.
La sopa la prepararon con los restos de los descuartizados, se la comieron los verdugos y todavía sabía a vida.
Conservar la vida
Le enseñaron que matando se conservaba la vida. Comprobó que no era cierto cuando sonaron dos disparos.
Me ha gustado mucho ver tus imágenes y leer, de nuevo, tus estupendos textos. Te felicito. Un montón de besos.
ResponderEliminarCon el tiempo colgando de un calendario en que no pasa nada, la memoria despierta tremenda, altiva y clara, una mirada de mujer experta en reconocer las miradas, atenta, amable y ordenada, que bien se ve cuando uno mira más allá de la mirada.
ResponderEliminarBesos llenos de paz.