Pincelada rosa, entre vistas

viernes, 30 de octubre de 2009

Para cuando no me veas

Alegoría de la soledad. Marco Zamudio

Para cuando no me veas,
recuerda mis palabras,
recuerda como te acechaban mis ojos,
recuerda cómo la música nos unió…
Ahogado en el mar amarillo.
Enredado en una onda inquieta.
Materia delicada,
te compones de ojos y oídos.
Para cuando no me veas,
recuerda, la música nos unió…
Voces y ritmos
nos acercan a la entrada húmeda.
Dulce puerta,
dulce puerta del encuentro.
Para cuando no me veas,
Recuerda cómo la música nos unió…
Sonidos que despiertan el deseo.
Te prendes a mi boca.
Te prendes en un beso.
Te prendes de mi pecho.
Para cuando no me veas,
recuerda cómo la música nos unió…
Fantasmas desfigurados con presente,
la música es propicia para el encuentro,
pero tú no estás presente.
Iconos enmascarados por soles, 
rasgos cansados,
estremecimientos de músculos
y palpitaciones.
Todo nos une,
el lenguaje nos acerca.
Luna creciente,
sol del mediodía.
Para cuando no me veas,
recuerda que te amé.


Beatriz Giovanna Ramírez

jueves, 22 de octubre de 2009

Ensueño

El sueño de una musa. Carmen Mantilla, pintora española


Yo que he soñado muerta, ahora sueño, entre jardines humedecidos por el rocío, tengo puesta una sonrisa de sol y unas manos de viento.
Bailo con los ojos que me miran con tanto amor, bailo con su sonrisa de ave en vuelo.
He dibujado las líneas de su cuerpo en cada parpadeo alucinante.
Hombre de la eterna elevación, de mirada de fuego, de palabras con eco. No dejes la tensión que me apunta.
Como en un juego travieso hay dos que no se pierden de vista.
La tarde es muy propicia para hacernos de amar, para trazar en los dedos las vías del sol eterno.
Muchos rostros nos vigilan pretenciosos y quizás ninguno con ojos de hombre.
Tus palabras me transportan por un viaje de letras que me acercan a la claridad confusa de escenarios construidos con otros besos y otros cuerpos, que me hacen olvidar los nombres que nos habitan y que nos nombran con otras letras más profundas.
Sin besarte te beso, sin acercarnos estamos fundidos.
El aire suaviza tu mirada de naufrago, sutiliza tus cabellos de guerrero.
Mil espadas llevas en el cinto, quizás ninguna envainaras en mi nombre.
La memoria nos traiciona latigando nuestros sueños. La presencia de un intruso, nos roba la posibilidad de besarnos largamente debajo de la luna.
Los pretextos no existen para esto que siento, no hay texto y pretexto y contexto que me defina.
Yo sin ti no quiero nada. Sin ti prefiero la muerte.


Beatriz Giovanna Ramírez

sábado, 10 de octubre de 2009

Paqui

Carmen Mansilla, Madrid me mata, óleo a espátula 

Estoy en Alicante esperándola sentado en la terraza de un pub frente a la plaza de Los Luceros. Esta mañana en Madrid, mientras iba en el avión, sólo pensaba en ella, en su imagen. La gente a mi alrededor se mueve inquieta, algunos paran y deciden sentarse en la terraza, tomarse un café y una tostada. He pedido un café. Y pienso << Cuánto tarda>>. Pasaban los días en Madrid entre el trabajo y el piso. No tengo amigos en Madrid. Así que entrar a Facebook fue un acto de abandono, el no tener a quien llamar en esta ciudad tan grande me hizo caer en estas modas. Me hice amigo de Paqui con sólo hacer clic en aceptar. Ella me llenó de besos, corazones coquetones, abrazos y sonrisas, así que en un largo paseo por sus fotos y su muro decidí que viajaría a Alicante a conocerla. La mujer del perro que ladra, me mira y sonríe. Se levanta y se acerca a mi mesa. Me pregunta si tengo fuego y le digo que no fumo, con un gesto largo regresa a su mesa y me ignora. Más tarde veo que de su bolsa saca un encendedor y algo que parecen galletas de perro. Esta ciudad tiene otro olor. Huele a puerto, a mar. Respira mi piel la brisa marina, se habla valenciano en la otra mesa, imagino la voz de Paqui. Nunca llegamos a hablar por teléfono. Nuestras citas en el chat cada vez eran más intensas, sabia que Paqui estaba enamorada y ya quería conocer a la mujer que en sus ratos me escribía “Te amo”. Han pasado lentos los minutos, una mano en mi hombro me dijo que era Paqui. Llegó sonriente con una disculpa, no había encontrado donde aparcar. Mis ojos no identificaron a Paqui pero ella me decía que era Paqui. Afuera Paqui era, y digo afuera porque antes era la foto que llevo impresa en mi libreta, imagen mental con efectos oníricos. Entonces, afuera Paqui era ojos marrones, axilas húmedas que manchaban la camisa, nalgas fofas, dientes verdes o amarillos no identifique el color, ese montón de huesos y carne era Paqui. Una gallinita gorda con la cara flaca. Comprendí porque en las fotos no había una sonrisa plena, escondía esa hilera de dientes feos y sólo su rostro era el que daba la cara. No había tiempo de arrepentimientos, algo interesante tendría Paqui…
Paqui pidió una caña y encendió un cigarrillo. Sonreía mientras apartaba mi mochila de la silla y se sentaba más cerca.
Así que eres holandés, hablas muy bien castellano.
Sí, mi madre es colombiana.
¿Colombiana?
Sí, de Colombia.
¿En Colombia hablan castellano?
Si.
Pero tu acento es francés.
Nuestra conversación no fue más profunda. El perro de la mujer no para de ladrar, escucho que la mujer lo llama Golfo y le habla en inglés, sé que es de Manchester bueno estoy casi seguro, viví algunos meses allí. Para de ladrar Golfo y se agradece, ahora mueve el rabo y enseña su mejor mirada, manipulación irresistible de la ternura canina, la boca de la mujer va bajando, se va acercando, la boca besa el hocico del perro y yo siento algo. Sonríe, lo acaricia, le sigue hablando y le da una galleta. Se siente observada y me mira, nuestros ojos se encuentran. Paqui enciende otro cigarrillo y la mujer la imita. Yo centro mi mirada en Paqui.
Afuera de Paqui esa criatura de pelo que adorna su rostro, esos rizos como serpientes danzan al ritmo musical de la brisa mediterránea, sus manos domadoras las acarician pero el viento es más fuerte, esa piel gitana o árabe, esos dos melones que tiene por pechos, esa boca pintarrajeada me rugió tan fuerte que sentí miedo. Paqui medusa virtual… En la soledad puedo verme bajo la piel, en presencia de Paqui anhelaba que se convirtiera en un virtualismo. Me excitaba más la posibilidad de imaginarla. Pudo ver que mis ojos estaban en su escote y me preguntó sobre mis preferencias sexuales. La mujer del perro paga la cuenta. Paqui sigue riendo y hablando divertida, la veo andar calle abajo con el caniche. Sentado, incapaz de desdoblar mensajes me amargó el falso recuerdo. Pedí la cuenta, miré a Paqui rascándose un seno, pagué y salimos andando calle abajo, la mujer del perro no dejo ni el rastro ni caca de perro. Paqui me dice que le gusta el helado. Al ver un locutorio con Internet, la hago entrar y pago dos horas. Paqui extrañada se sienta en el ordenador del lado, entramos a Facebook, al chat:
12:41 Paqui
¡Jooo! ¿Qué pasa tío?
12:42 Jörgen
Nada, sólo quiero sentir el AMOR
12:42 Paqui
ja ja :-) Anda, ¡qué susto tío! pensé que no te había gustado
12:43 Paqui
Tú me encantas
A ver.. ¿qué te gusto de mi?
12:45 Jörgen
Mmm muchas cosas entre ellas los besos, corazones coquetones, abrazos y sonrisas que me das
12:46 Paqui
Ya, pero me refiero ahora que me has conocido
12:47 Jörgen
Mmm muchas cosas
12:48 Paqui
Ja ja ja  pero dime… ¿qué te gusto?
12:49 Paqui
Mmm
12.50 Jörgen
Me gusta más verte desde aquí, desde el chat
12:50 Paqui
?
¿qué dices?
12:51 Jörgen
si
desde aquí no te siento el aliento
12:52 Paqui
¿serás gilipollas?
12:53 Jörgen
Estoy de broma ja ja TE AMO :-) 
12:54 Paqui
¡Qué fuerte tío! No me ha gustado
12:55 Jörgen
Venga, te invito a tomar un helado ¿vamos?
12:56 Paqui
Vale
12:57 Jörgen
Te quiero
12:58 Paqui
Te amo, venga voy a salir
12:59 Jörgen
ok! Nos vemos :-)
# # #
I’m in Alicante waiting for her, sitting in a pub terrace opposite Los Luceros square. This morning in Madrid, while I was on the plane, I only thought of her, of her image. People around me move restlessly, some of them stop and decide to sit down at the terrace, have a coffee and some toast. I’ve ordered a coffee. And I think “wow, she’s late”. Days went by in Madrid between work and apartment. I don’t have friends in madrid. So joining Facebook was an act of abandonment, not having who to call in this big city made me fall into these trends. I became Paqui’s friend only by clicking “Accept”. She filled me with kisses, charming hearts, hugs and smiles, so in a long stroll around her pictures and her wall I decided I would travel to Alicante to meet her. The woman with the barking dog looks at me and smiles. She stands up and approaches my table. She asks me if I’ve got a fire and I tell her I don’t smoke, with a long face she goes back to her table and ignores me. Later I see her taking a lighter from her bag and something that looks like dog’s cookies. This city smells differently. It smells of harbour, of sea. My skin breathes the sea breeze, they speak Valencian on the table next to mine, I imagine Paqui’s voice. We never got to talk on the phone. Our chatroom dates became more and more intense, I knew Paqui was inlove and I already wanted to meet the woman that at times wrote “I love you”. Minutes have gone by slowly, a hand on my shoulder said it was Paqui. She arrived smiling with an excuse, she couldn’t find a parking spot. My eyes didn’t identify Paqui but she said she was. Outside, Paqui was, and I say outside because before she was the printed picture I carry inside my notebook, mental image with oniric effects. Then, outside, Paqui was brown eyes, wet armpits staining the shirt, flabby buttocks, green or yellow teeth, I couldn’t identify the colour, that bunch of bones and flesh was Paqui. A fat little hen with a thin face.
I understood why there was no full smile in her pictures, she hid that row of ugly teeth and left it to the face to face it up. There was no time for regrets, surely Paqui would have something interesting…
Paqui ordered a beer and lit a cigarette. She smiled while she took my bag off the chair and sat down closer.
So you’re Dutch, you speak Spanish quite well.
Yes, my mother’s Colombian.
Colombian?
Yes, from Colombia.
Do they speak Spanish in Colombia?
Yes.
But your accent sounds French.
Our conversation didn’t go deeper than that. The woman’s dog doesn’t stop barking, I hear the woman call it Golfo and speak to it in English, I know she is from Manchester, well, I’m almost sure, I lived there for some months. Golfo stops barking, and I’m thankful for that, now it wags its tail and shows its best look, irresistible manipulation of canine tenderness, the woman’s mouth is lowered, approaches, kisses the dog’s snout and I feel something. She smiles, strokes it, keeps on talking and gives it a cookie. She feels observed and looks at me, our eyes meet. Paqui lights up another cigarette and the woman imitates her. I focus my eyes on Paqui.
Outside Paqui that creature of hair decorating her face, those curls like snakes dance to the musical rhythm of Mediterranean breeze, her taming hands stroke them but the wind is stronger, that gypsy or Arab skin, those two melons she has for breasts, that daubed mouth roared so loud at me that I feared. Paqui virtual medusa… On my own I can see myself under the skin, in Paqui’s presence I yearned for her to become a virtuality. I was more excited by the possibility of imagining her. She could see my eyes pointed to her cleavage and she asked me about my sexual preferences. The woman with the dog pays the bill. Paqui keeps on amusedly laughing and talking, I see her walking down the street with her poodle. Sitting, unable to split messages, the false memory embittered me. I asked for the bill, looked at Paqui scratching her breast, paid and we walked down the street, the woman with the dog left no trace, not even dog’s poop. Paqui says she likes ice cream. When I see a cybercafé, I rush her in and pay for two hours. Paqui, surprised, sits at the computer next to mine, we connect to Facebook, to the chat:
12:41 Paqui
Hey! What’s up man?
12:42 Jörgen
Nothing, I just want to feel LOVE
12:42 Paqui
Haha  wow, you scared me, man! I thought you hadn’t liked me
12:43 Paqui
I adore you
Tell me, what did you like about me?
12:45 Jörgen
Mmm many things, the kisses, charming hearts, hugs and smiles you give me
12:46 Paqui
Ok, but I mean now you’ve met me
12:47 Jörgen
Mmm many things
12:48 Paqui
Hahaha  but tell me… what did you like?
12:49 Paqui
Mmm
12.50 Jörgen
I like it better to see you from here, from the chat
12:50 Paqui
?
What do you mean?
12:51 Jörgen
Yeah
From here I can’t feel your breath
12:52 Paqui
You’re suck a jerk!
12:53 Jörgen
I’m kidding haha I LOVE YOU 
12:54 Paqui
WTF man! I didn’t like that
12:55 Jörgen
Come on, I invite you to an ice cream
12:56 Paqui
Ok
12:57 Jörgen
I love you
12:58 Paqui
I love you, come on, I quit
12:59 Jörgen
ok! See you :-)
( traducción por Alicia Pallas )

martes, 6 de octubre de 2009

Cazador furtivo


 

a Alberto Borja

Yo soy un gato negro y blanco
que ronronea en el piano de Tchaikovsky.
Yo soy un gato.
Miau, miau.
Avanzo al acecho.
Mis extremidades a un solo lado
entre la majestuosidad y la satisfacción
anterior y posterior de un lado
después ambos al otro.
Meow, meow.
Ansiedad y placer.
Silencio y espera.
Yo soy el gato
de los ojos amarillos.
Miauuuuuuuuu.
Soy el cazador furtivo
quiero atraparte entre mis garras.
Darte zarpazos hasta que caigas muerto.
Zarpazo y caída.
No quiero que vueles por los aires.
Espiando la vida.
Yo soy un gato.
Miau, miau.
El cazador furtivo.
Garras.
Uñas.
Ojos.
Astucia.
Velocidad.
Coordinación.
Vibración.
Contracción de los músculos.
Yo soy un gato,
ronroneo para que mi enemigo
no me ataque.
Ronroneo para tranquilizarlo.
Ronroneo pensando en su caída y mi victoria.
Meow.
Movimientos perfectos como los Tchaikovsky.
Si ronroneo en su piano
me alivio de este sufrimiento. 


Beatriz Giovanna Ramírez                                                                                         

viernes, 2 de octubre de 2009

El río

Turbulento. Alberto Borja artista colombiano

 a el río Bogotá

Narra mi lengua que en el bosque ceniciento, había un hermoso río residual que se extendía inválido por la avenida del escombro; sus desagües cilíndricos y desembocaduras de colores extraños, agradaban mis sentidos atrofiados.

El río de  este bosque  era realmente extraordinario; cuando los habitantes lo cruzaban le rendían honores y respetos, cubrían con sus manos el rostro y se abstenían de abrir sus bocas haciendo un minuto de silencio.

Cambiaba entonces la atmósfera desgajando caudales de inmundicia,  después de alejársele los oriundos, éste les donaba en gratitud sus emanaciones, dándoles el don de hablar mierda.   

© Beatriz Giovanna Ramírez