Pincelada rosa, entre vistas

domingo, 20 de septiembre de 2009

La calle






El sonido de la calle hace eco en mis cuerpos etéreos;
mil pensamientos contraen mi cerebro llevándome a mil  partes, 
mil partes separan mi todo, separan mi nada, 
perturban el silencio enrarecido de mis manos de papel y agua.
¡Ese ruido! 
¡Aquél!
Aquel que distorsiona el entorno de mi cama,
dejándome sola, ya no te siento,
el suelo cruje con mis pasos,
ya no estás, sola estoy.
Mil y un pensamientos toman forma,
tengo miedo, la calle sugiere más miedos,
marionetas de papel cartón atraviesan la casa con su aliento,
endebles muñecas perfumadas de polvo gritan a lo lejos.
No quiero mirarlos, sólo quiero mirarme en mi espejo,
teñir mis labios con un crayón rojo,
acariciar mis ojos de agua, cerrar mis oídos culpables.
Mil murmullos, mil lamentos, mil quejidos,
mil partes más frías y tenebrosas que mis máscaras de niña,
más frías y abominables que el recuerdo insano que se mata.
¡No me mires más!
Ruido perverso que enrareces mi alma de luna,
dejándola sonámbula en el cielo de mi cama.


Beatriz Giovanna Ramírez