Pincelada rosa, entre vistas

jueves, 9 de julio de 2009

Mentiras verdaderas



Mi novia me llama Pinocho, porque cada vez que se desnuda, me vuelvo un ocho y me crece la nariz. También dice que soy un mentiroso y no hago más que tomar cerveza con mis amigos. Pero así somos felices, yo con mis mentiras y ella disfrutando cada vez que estoy encima.
 Mi novia se llama Rap Punk Sel, o al menos así se hace llamar. Le gustan los bares, el trago y el sexo. Cuando la conocí llevaba el cabello tan largo como virgen de pueblo y, cuando entró al  grupo, se rapó para estar en la jugada.
No niego que me dolió verla calva, recuerdo con nostalgia cómo esos rizos dorados se arrastraban por el suelo, atrayendo gatos y telarañas. Pero lo que no olvidaré y siempre recordaré con excitación y añoranza, era la posibilidad de compartir sus traumas. Cada vez que íbamos a hacer el amor me sacaba a la calle, me lanzaba su cabello desde la ventana y me pedía que subiera. Cuando llegaba a su lecho, la encontraba con los ojos desorbitados, su rostro enrojecido y excitada me atrapaba entre sus piernas.
 Rap Punk Sel era excéntrica cada día se inventaba unos cuentos de atar… Una tarde, mientras lavaba los platos, me tomó por la espalda y comenzó a separar mis piernas y meneándose me hizo el amor como un hombre. Me sorprendió y seguí su juego, di la vuelta para cambiar de escena, tomó entonces mi cabeza y desesperada gritaba una y otra vez “miente Pinocho, miente”.
 Pero las mentiras no son eternas y las mías se acabaron. Cada vez que Rap Punk Sel me asaltaba eran pocas las mentiras que se me ocurrían. Un día se me ocurrió decirle: “NO, te amo”   y mágicamente creció mi nariz haciéndola sentir feliz y amada. Esta mentira me pareció extraordinaria, así que la utilicé una y otra vez. 
El lunes, en uno de nuestros encuentros, le dije que no la amaba, pero no me creció. Ella me gritó y me dijo que no la amaba y comenzó a llorar al lado del equipo de sonido escuchando rap, punk y neo punk, tomándose hasta el agua del florero. Yo la veía avergonzado, me miraba al espejo, mi nariz era cada vez más minúscula, me acerqué a su regazo humillado y empecé a acariciarle sus cabellos ausentes y traté de justificarme explicándole que habían mentiras verdaderas y verdades mentirosas. Fue peor, no me creyó.
Así que empecé diciendo muchas mentiras, pero nada funcionaba, mi nariz impotente se mezcló con su tristeza y decepción. Salí corriendo al centro, a buscar a mi amigo Burro, que era famoso en la universidad. Todas las mujeres lo perseguían porque decían que cada vez que se acercaban a él, era como un helicóptero, levantaba buen polvo.
Burro me dijo que la nariz no era todo, y que había otros medios más creativos. Llegué entusiasmado, con dedos, manos y todo para ver a mi princesa.
Rap Punk Sel se había marchado. Me había dejado una nota de despedida: “El oráculo me lo había profetizado, un príncipe encantado vendrá a rescatarte de la malvada bruja, me llevará en su caballo blanco hasta su castillo y serémos felices para siempre. Yo sé, que lo único mágico tuyo desapareció, el encanto se perdió; yo soy muy joven para soportar verte tomar viagra, me voy con Eminem, que es un príncipe y le gusta el rap, se cree Robin y es un Superman. No vino en uno, sino en 400 caballos de fuerza, en su deportivo rojo. No tiene traumas de la infancia, no me pedirá todo el tiempo que le diga que es un niño de verdad…. Tu amada, Rap Punk Sel”
 Al leer su carta, sentí como mi corazón de fantasía se agitaba, recordé los momentos más lindos vividos con ella, me miré al espejo mágico, comencé a mentir, mi nariz creció velozmente, tan enorme como nunca, pensé, esto se perdió mi amada Rap Punk Sel, y me sentí feliz.
FIN
© Beatriz Giovanna Ramírez, 2006
Del libro de colección de cuentos Escritor anónimo

Cuento

Te enseñaré un cuento chiquito
que narra aquel amor.
Un cuento que llega hasta mi alma
y hace temblar tu cadáver.
Lo escribiré con palabras que duelan.
Lo diré en frases que contengan poesía.
Cada vez que lo escuches llorarás...
Te daré mis sueños por una palabra de aliento.
Te daré mi conciencia si negociamos un beso.
Te daré mi vida si me das una noche en tu lecho.


Beatriz Giovanna Ramírez